Prólogos

Carlos Amaya Fúnez

El Progreso, enero 2004

 

Cuando Ramón Amaya Amador escribió “El Camino de Mayo es la Victoria” habían transcurrido 9 años desde la histórica huelga bananera de 1954. El movimiento sindical en Honduras ya era una realidad y el movimiento campesino, a través del Comité Central de Unificación Campesina, COSEUCA, acababa de nacer.

De manera magistral, Amaya Amador, sintetizó los extraordinarios logros alcanzados con la Huelga, demostrando que se trataba en realidad de una “revolución democrática” que había obligado al imperialismo norteamericano y a la burguesía hondureña a cambiar la forma de dominación para evitar que la clase obrera, aliada con el pueblo explotado, pudiera convertirse en la fuerza directriz de la sociedad y “vencer sin necesidad de ser obligatoriamente un apéndice de los partidos tradicionales” . . .  “enseñando a los trabajadores la posibilidad de un asalto al cielo, la posibilidad de ser un día no lejano la clase gobernante del país”.

Pero Amaya Amador no se quedó sólo en el análisis de los hechos ocurridos en el año 1954, sino que extrajo de ellos todas las enseñanzas posibles:

Mayo lleva impresa hacia el futuro la huella luminosa de una gran victoria de los humildes. Mayo es un camino de luchas con la perspectiva de grandiosos éxitos para el pueblo hondureño. Mayo es ya un ideal, un programa y un método revolucionario para la acción de masas por reivindicaciones de clase y por la liberación nacional.

Más de 40 años han pasado desde entonces. El imperialismo y la burguesía hondureña lograron a través de la represión, el engaño, el soborno y la traición, desviar a la clase obrera del camino de mayo, del camino de la lucha de masas hacia el pantano de la conciliación y la subordinación al capital. En la última década, tras la caída de la URSS y el llamado “socialismo real”, el abandono del camino de mayo ha significado la mayor pérdida de conquistas en la historia de nuestro pueblo y una profundización de las condiciones de miseria y pobreza generalizada, mientras el país es entregado totalmente al imperialismo norteamericano en lo político, económico y militar.

Sin embargo, la lucha de clases no se detiene ni se detendrá en la medida que el capitalismo es incapaz de brindar bienestar y prosperidad a los pueblos. Nuevos destacamentos de luchadores salen y saldrán a enfrentar al imperialismo, sus políticas neocolonizadoras y a las burguesías serviles de nuestros países. En toda América Latina resurgen las protestas y en algunos casos se obtienen importantes triunfos al derribar los gobiernos fondomonetaristas. Tras años de derrotas, la insurrección boliviana surge como un ejemplo de lucha de masas contra los planes capitalistas neoliberales.

Cuando se habla de lucha de masas se da a entender que signi­fica tirar por la borda la espontaneidad, la pasividad, la actuación desordenada, desorganizada e incoordinada de los sectores patrió­ticos. Y esto implica en primer lugar, lo que ya hemos señalado antes: la organización del proletariado, su unidad indestructible y la estructuración de sus firmes alianzas, precisamente lo que Mayo enseñó en la experiencia histórica y lo que día tras día la necesidad nos urge a gritos. Esto implica también, poner la mirada en las luchas que libran los pueblos hermanos del continente para aprender de ellas sus procesos peculiares, que siendo similares al nuestro, entrañan características propias que las singularizan. Y, especialmente, ver y comprender el proceso grandioso de la Revo­lución cubana que está transformando a un país atrasado y semi­colonial como era la Cuba de los monopolios, en un país adelan­tado, libre e independiente de verdad, que va conquistando firme­mente condiciones de bienestar y de cultura, como no los han lo­grado nuestros países durante tantos años de vida “independiente” bajo la “protección” de los Estados Unidos.”

En Honduras, la jornada del 26 de agosto del año 2003, indica que las condiciones para el resurgir de un movimiento obrero, campesino y popular unido en la lucha de masas no es un sueño del pasado y pone a la orden del día recuperar nuestra historia y sobre todo las lecciones de la gloriosa huelga del 54. El surgimiento de la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular es un intento —inconsciente todavía— de volver al Camino de Mayo como programa y método revolucionario por las reivindicaciones de clase y por la liberación nacional.

En palabras de Amaya Amador, “eso quiere decir que se vuelve a Mayo, que es el punto histórico en que la clase obrera hondureña conquistó su derecho a caminar de pie y hacia adelante y no de rodillas y hacia atrás.

Sin embargo, los obstáculos a vencer son enormes. El gobierno ha puesto en marcha todas sus fuerzas para derrotar la lucha unitaria de masas. Medidas represivas, campañas propagandísticas, intentos de soborno, engaño y mentiras, resurgir de dirigentes traidores son políticas utilizadas para impedir el avance del proceso de lucha popular y tratar de destruir su principal destacamento de lucha: la Coordinadora.

De nuestra parte, creemos fundamental volver al camino de mayo, al camino de la lucha de masas de manera consiente, para lo cual ponemos a disposición de los nuevos activistas obreros, campesinos y populares este texto de Ramón Amaya Amador, con el objetivo militante de estudiar, aprender de sus lecciones y potenciar las luchar de resistencia del pueblo hondureño hasta lograr una nueva —superior y masiva— huelga del 54.

Es evidente que —a más de 40 años de escrito— el estudio debe ser profundamente crítico. Algunos pasajes han quedado desactualizados por la realidad de la lucha de clases, en particular los relacionados con los llamados “países socialistas”, otros, se han visto totalmente reafirmados por la historia, y en última instancia explican el porqué del retroceso de la clase obrera tanto a nivel nacional como internacionalmente. De allí, que la principal lección de las jornadas de mayo mantiene su total vigencia:

Sería falso y utópico ponerse a esperar solucio­nes positivas por otra vía que no sea la lucha proletaria” sentenció Amaya Amador. Lo mismo dirá cuatro años más tarde Che Guevara en su mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental: “las burguesías autóctonas han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo y solo forman su furgón de cola. No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución.